Un dia de invierno.

 Abro los ojos lentamente, una pequeña nevada va golpeando mi ventana, hace frío. El telefóno que me ha despertado suena apagado en la otra punta de la casa. En mi cama se está tan calentito y tengo tanto sueño... Pero he de cogerlo, puede ser un cliente. 

Lenta y perezosamente me voy levantando, cojo la bata y enciendo las estufas. El teléfono se calla. Me hago un café para despertarme y mientras me vuelvo llamo al número que me ha despertado, 667 556 433. Me lo coge un señor con voz ronca y grave:

-Hola? -me dice él.

-Hola, soy Preston, me acaba de llamar?

-Si, trabaja usted en Mantenimiento a domicilio?

-Si, que problema tiene usted?

-Verá, aquí en el edificio 211 una tubería nos ha explotado debido al frío.

-Entendido, iré a ver que puedo hacer, estaré allí en una hora.

-Aquí le esperaremos.

El edificio 211... De que me suena? Además el número és muy alto, no debe de estar muy cerca ya que estoy en el 38. Me dirijo a la cocina y me hago cuatro tostadas para ir comiendolas por el camino. Al tenerlas me abrigo bien y salgo a la calle. Habrá un palmo de nieve, menos mal que ya ha pasado él quitanieves porque sino mi furgoneta Volkswagen no habría podido pasar. Subo y enciendo el aire acondicionado, enciendo mi furgoneta pero parece que el motor está muy frío. Lo intento un par de veces y por fin se enciende. La dejo un poco encendida para que se caliente y después de unos minutos me dirijo hacia el 211 mientras le voy pegando algún bocado a mi desayuno. Durante todo el trayecto pienso en por que me suena tanto ese número. Empiezo a subir una cuesta que me parece que dura una eternidad porque resbala y a mi furgoneta le cuesta. Al acabar de subirla lo veo y por fin recuerdo. El 211... Parece la silueta de un castillo pequeño, aunque en realidad parece así incluso desde cerca pues está pintado de color ultranegro, que desentona en un paisaje tan blanco. Me sonaba porque circulan muchos rumores sobre este manicomio y no tengo ni idea de que sucederá en el interior.